En un festival permeado por las crisis geopolíticas el director ucraniano, Sergey Loznitsa habló de su cinta en competencia Two Prosecutors que explora los traumas que ha dejado el sistema burocrático ruso y cómo no ha cambiado.
Cannes, 15 de mayo de 2025. “Para mí este filme no es una reflexión del pasado sino del presente. En la pantalla ves cosas que sucedieron hace cien años pero que son un espejo de la situación actual”, respondió el director ucraniano afincado en Alemania desde el 2001 y que ha dedicado su vida a documentar momentos críticos como lo hizo con Maidán sobre los sucesos en la plaza homónima de Kiev o sobre el intento de golpe de estado de 1991 en Moscú. También fue multipremiado por el filme Austerlitz acerca de los visitantes a los memoriales de Sachsenhausen (cerca de Berlín) y de Dachau (cerca de Múnich).
En esta ocasión con la cinta que compite por la Palma de Oro, Two Prosecutors, el director enfoca la mirada en la Rusia de Stalin de finales de los años treinta que imita el peso demoledor del sistema soviético al mostrar los mecanismos burocráticos diseñados para desarmar a todas las personas que intentan hacer un cambio. La historia está basada en una narración de Georgy Demidov -autor y científico disidente- que estuvo preso en un campo de trabajo (gulag) por más de catorce años durante la Segunda Guerra Mundial. Fue acosado por el Estado soviético hasta finales de los años ochenta en que murió. “Demidov escribió el manuscrito en 1938 pero en los 80`s fue confiscado por la KGB y volvió a la familia más de una década después. Esta película se ha hecho casi cuarenta años después de que la historia fue recuperada”, explicó el realizador.

Para Loznitsa, “hay algo muy importante en este filme y es que habla de dos partes, de dos fiscales y de dos personas que mandan gente a la muerte. Dos es un número muy importante. Hay que preguntarse por qué los dos protagonistas están cegados por el sistema soviético y el paralelismo que hay con ese mundo”, dijo con sutileza sin querer poner etiquetas ni nombres. Al igual que habló del totalitarismo y de la ingenuidad en la que aseguró viven los hijos del sistema ruso hasta la fecha, “el personaje que lucha contra el sistema parece muy ingenuo, pero hay que ponerse en sus zapatos e intentar vivirlo como lo hacían las personas del pasado. No sabíamos lo que estaba ocurriendo en realidad. Hemos aprendido después. Eran personas de su tiempo, que se quedaron muy sorprendidas al ver todo lo que había pasado cuando empezaron a tener información”, ahondó el director que con esta película de elementos mínimos muestra cómo la lenta burocracia y sus micro agresiones hacen que cualquiera desista hasta de encontrar un poco de sentido común. “Para mí un ejemplo de toda esta inocencia es el presente. Cuando comenzaron los ataques hacia Ucrania pensamos que vendría un nuevo presidente americano y pondría fin a la guerra. Fue algo muy ingenuo. Y esa candidez es algo que se puede ver en el protagonista del filme que lo único que busca es a alguien que tenga un poco de sentido común en el sistema. Algo que se vuelve imposible de encontrar y que refuerza la idea de que nada ha cambiado en todo este tiempo”, enfatizó.

Two Prosecutors no tiene violencia al uso sino inacabables gestos para meterte en un frasco de frustración en donde poco a poco vas viendo cómo el sistema aplasta sin apenas mover un dedo. Acerca de estos traumas que siguen permeando hasta a las nuevas generaciones habló el protagonista del filme, Alexander Kuznetsov, “soy ruso y crecí con este ADN así que estas experiencias traumáticas están en mí. No siento odio, pero sí mucha molestia por todo ese pasado y, sobre todo, porque sigue ocurriendo. Cualquier ruso, ucraniano o europeo puede experimentar la impotencia de todo lo que se muestra en este filme”, compartió.
El director ucraniano no dudó en posicionarse respecto a lo importante que es que un filme como el suyo pueda verse en un festival internacional que le dé luz y en el que los periodistas puedan hablar del tema y juzgarlo como ocurre en Cannes. “No sólo debemos pensar en los líderes que toman decisiones, también está la gente. No podemos rendirnos, tenemos que luchar en las circunstancias en las que estamos”.
Loznitsa, contrario a lo que se podría pensar, confía en que aún hay esperanza, “creo que nuestra propia posibilidad de salvación comienza por cambiar no sólo las circunstancias sino también el lenguaje que usamos. No se pueden imaginar el alcance de la tragedia que se sigue viviendo en la Rusia de hoy. Es enorme. Tenemos que aprender de lo que está pasando en la actualidad. De hecho, siento que es mi deber hacer un filme como éste”, finalizó rotundo.
