Somos las ficciones que nos inventamos. 


Tengo el privilegio de tener como profesor a Jorge Volpi en el laboratorio de novela que imparte en Madrid. Lo conformamos personas de diversas edades, profesiones y países como España, México y República Dominicana. No temo equivocarme al decir que cuando llegamos al taller, cada uno con nuestros proyectos, pensamos que nos encontraríamos con una especie de guía para dejar bien aceitadas nuestras historias. Lo que descubrimos fue algo mejor. Un entorno en el que las ideas conversan sin jerarquías y en las que la retroalimentación es minuciosa. Se apuesta por leer, ser leído y escuchar a los demás. Es un gran aprendizaje: el que sólo se puede obtener de los que están preocupados por la trascendencia, como lo es un narrador de la talla de Volpi. En una de las breves conversaciones al final de la sesión semanal, un compañero le hizo a Jorge una pregunta que nos caló a todos. 

“¿Se es escritor cuando escribes o cuando publicas?”, fue el cuestionamiento al que él respondió sin dudar, “la mayor parte de las identidades son ficticias, uno las construye. Uno se inventa, uno les da sentido. Entonces si tú te crees y te sientes escritor, lo eres”. En resumen: somos las ficciones que ingeniamos. Con esta tesis Volpi nos dejó entrever lo que había cocinado durante años y que materializó en su nuevo libro de casi setecientas páginas: La invención de todas las cosas. Una historia de la ficción (Alfaguara). Pero esa búsqueda exhaustiva no sólo se quedó en la escritura. El autor además tuvo la visión de crear un ejercicio audaz con el que nos demuestra lo que está en las páginas. Se trata del duelo teatral titulado Cecilia Suárez y Leonardo Ortizgris: Frente a frente

Sin arruinar la sorpresa -ojalá y llegue a muchas otras tablas más allá de las de La Casa de México en España-, lo que es encomiable destacar es cómo a través de la complicidad que creó con sus actores (Cecilia y Leonardo), el conductor logró recrear la fina línea que existe entre la realidad y la ficción en la que el público también participa y se desdibuja. Merece mención especial compartir la semilla de esta experiencia, pues según el propio Ortizgris me contó, “surgió cuando Ceci y yo decidimos que queríamos trabajar juntos y buscamos a Jorge para que nos guiara. 

La propuesta de Volpi fue que nos reuniéramos en casa de Cecilia por las mañanas para charlar mientras cada día, cada uno, se encargaba de preparar el desayuno”. Después de sólo tres días de escuchar a ambos actores debatir sobre diversos temas y situaciones de todos ámbitos, Jorge los impresionó, “¡ya tengo la idea escrita!”. Y es que mientras los histriones compartían sus visiones, -en ocasiones diametralmente opuestas-, su observador tomaba notas sin descanso. Esa es la misión del artista: provocar que nos hagamos preguntas urgentes. Como la de, ¿cuál es el mundo que estamos imaginando? ¿Quiénes queremos ser? Porque en las ficciones que estamos materializando, confirmando en las urnas y leyendo en las noticias, algo, o mucho, tendremos todos que ver.