Con la charla maestra en Cannes llamada Lección de música al lado del gran Alexandre Desplat con quién actualmente trabaja en las notas de Frankestein, Del Toro emocionó y se dio un baño de cariño entre seguidores y colegas del mundo del cine.

Cannes, 18 de mayo de 2025. En la inmensa cola para entrar a la Sala Buñuel y escuchar la clase maestra que Del Toro y Desplat darían con la música como tema principal no sólo había estudiantes de cine, compositores, críticos y periodistas. También estaban realizadores oscarizados como J.A. Bayona (La sociedad de la nieve, Lo imposible) o Michel Hazanavicius (The Artist). La larga y sentida ovación que recibió el cineasta tapatío al entrar al recinto ubicado dentro del Palacio del Festival hizo que retumbaran las butacas. Guillermo tuvo que sentarse para que los aplausos pudieran dar inicio a la charla en la que al lado de Desplat no sólo hablaron de su virtuosa colaboración juntos en cintas como La forma del agua o Pinocchio. Sino también, de lo que están cocinando estas semanas para encontrar los acordes de Frankestein. Una cinta que Guillermo dijo nada tiene que ver con el horror. “Alguien me preguntó el otro día, ‘¿va a tener escenas de mucho miedo?.
Y fue la primera vez que pensé en esos términos porque Frankestein es una historia muy personal para mí. La considero otra historia profunda en la que estoy cuestionando temas como lo que implica ser un padre, ser un hijo. No estoy intentado hacer una historia de terror, tampoco con la música. Para mí será un filme increíblemente emotivo”, afirmó. “Al igual que Pinocchio, ésta es una historia que me atrapó desde una edad muy temprana así que en este punto de vida es biográfica y está ingerida y dentro de mí como parte de mi ser. Lo que puedo decir es que cuando me senté a trabajar con Alexandre lo que hicimos fue romper el personaje en temas. Y jugar con ellos, en eso estamos”, complementó. “El cine de Guillermo es muy lírico y mi música lo es también. Frankestein será así. Algo muy emocionante. No estoy intentando escribir música de terror. Estamos buscando algo distinto”, agregó.

Uno de los momentos más divertidos de la charla fue cuando Desplat utilizó el piano que estaba en el escenario para explicar cómo crearon la música para ciertas escenas de La forma del agua. También fue genial ver la escena de la cinta que a Guillermo le causó más impacto cuando era niño y descubrió lo que hacía la música en un filme. Eligió una secuencia de Tiburón, por supuesto, de la cual apuntó, “creo que la fusión de esos dos artistas (Steven Spielberg y John Williams) es el secreto.
Además, Spielberg tiene un gran ADN de música por su madre y creo que él filma como un compositor y John Williams compone como un director. Es una fusión hermosa”, expresó. “Con El planeta de los simios fue la primera vez que como niño sentí que la música y el cine eran una misma cosa. Y creo que con Alexandre (Desplat) pasa lo mismo. Él no es un compositor, sino un cineasta. Nota todo lo que hay en la película, hasta los más pequeños detalles. Ayer, por ejemplo, nos estuvimos escribiendo con detalles de Frankestein y me dijo, ‘quiero usar los guantes’. Ya verán por qué, pero ese tipo de sutilezas que tiene en cuenta son las que lo hacen magnífico. Si tú ves sus trabajos en otras cintas como la de Birth, de Jonathan Glazer, te das cuenta de que nadie más habría podido musicalizar y entender tan bien esa larga escena del comienzo en Central Park. Por cierto, tengo que decir que creo que Glazer es lo más cercano que tenemos a (Stanley) Kubrick hoy en día”, agregó.
Del Toro confesó que si alguien lo impresiona son los compositores, “las cosas que no puedo hacer son las que más admiro. En las que puedo entrometerme soy muy mal jefe porque opino demasiado. Con Alexandre hablamos de emociones. Antes de trabajar con él, nunca iba a las sesiones de grabación de la música. Nunca, nunca. Recuerden, vengo del cine independiente, muy independiente. Y teníamos que elegir entre pagar dos violines más o mi billete de avión. Obviamente, siempre elegía los violines. Pero Alexandre fue el primer compositor que me dijo, ‘no, tú vienes porque tienes que hablarme con tus emociones y decirme lo que sientes. Así que con él asistí a la primera sesión de composición musical de mis películas. Con Alexandre me di cuenta de cómo con la música continuaba el diálogo”, contó.

Guillermo también compartió que la música es el único momento en el que se sorprende cuando está haciendo una película, “sólo en la sesión de grabación de la música me convierto en espectador de mi propia cinta. Cuando estás produciendo y dirigiendo te la pasas ‘cocinando’ para todos. Todos los días. Pero cuando llego con Alexandre él ya tiene la mesa puesta. Yo sólo voy ahí a recibir y a probar delicias. Es increíble todo lo que recibo. Porque en la música encuentras el personaje final. Creo que cuanto más mayor te haces como cineasta, más entiendes que la película te habla. Te callas y escuchas. Y eso es lo que haces con la composición”, reflexionó. Para Desplat, la clave está en, “la imaginación. Un creador es alguien que puede darles forma a esas ideas (…) Básicamente lo que hago es jugar con todas esas referencias fantasmagóricas que hay alrededor de la historia y las convierto en algo personal”, agregó.
Ambos artistas coincidieron en que las emociones siguen siendo algo central en lo que buscan al crear, “fui educado como católico y hay algo que se llama el Estado de gracia que para mí significa cuando emocionalmente tenemos inocencia. Y creo que eso es lo que nos permite emocionarnos. Mucho arte está destinado a ser objetivo y distante. Nosotros compartimos el conocimiento de que el arte es emoción. Soy mexicano y extremadamente sentimental. Alexandre y yo tenemos el acuerdo de que si yo no lloro al final de la pieza en su estudio, aún no está lista. Y creo que esa es una cosa muy abierta, sincera y arriesgada de hacer hoy en día porque la emoción es el nuevo punk. Es algo que las personas ya no arriesgan. Y nosotros sí”, aseguró el realizador al que Cannes adora.