Aprendemos por imitación. La ciencia lo dice: conocer las batallas de otros y el cómo las han librado, nos van dejando pozos de sabiduría para cuando nos toque lidiar con algo similar.
Ver a Taylor Swift sufrir por no poder componer una canción, a Miguel Bosé hablando de cómo superó décadas oscuras, a Alejandro Sanz afirmar que la fama es algo que se desea pero que cuando llega, quieres que se vaya pronto, a Luis Miguel sin ese aro dorado de perfección o a Jennifer López diciendo a cámara que sigue sufriendo discriminación por ser mujer y latina, -entre otras biografías de famosos que actualmente inundan las plataformas digitales- nos abre puertas a la realidad que los artistas ocultan bajo los reflectores para que podamos seguir disfrutando de la fantasía del éxito.
Pero lo cierto es que cuando se matizan los brillos, los mortales podemos aprender. Y este boom por mostrar las historias de las estrellas y la empatía que despiertan tiene ciencia detrás. El ensayista y crítico inglés, Logan Pearsall Smith, explicó hace casi un siglo el por qué nos aporta tanto saber cómo ha sido el camino de los que admiramos, “una forma de aprovechar las horas es leyendo biografías y autobiografías. Velo como una inversión en sabiduría que siempre paga altos dividendos”, apuntó el pensador educado en Harvard y Oxford que escribió su propio viaje, Unforgotten Years, en 1938. Y es que como aseguran los expertos en pedagogía, aprendemos por imitación. Y el conocer las batallas de otros y el cómo las han librado, nos van dejando pozos de sabiduría para cuando nos toque lidiar con algo similar.
No importa desde dónde miramos esas vidas que parecen muy grandes o lejanas a las nuestras porque, al final, son experiencias de personas que se exponen a sentir y a mostrarse de una forma tan brutal, que el aprendizaje que nos devuelven es proporcional. Los maestros de todas las épocas han sabido aprovechar los hallazgos de otros. Como anécdota está la de cuando en 1675 Isaac Newton le escribió a su amigo y colega Robert Hooke la célebre frase, “si he podido ver más lejos, ha sido porque me subí a hombros de gigantes”. Nada describe mejor lo que ocurre cuando estás leyendo una biografía o, en esta era del audiovisual, mirándola desde tu sofá. No dudes en elegir contenidos que te abren la posibilidad de mirar desde las alturas. “Hombre avisado, hombre precavido”, dice el proverbio latino “praemonitus, praemunitus”. Y estos relatos, poderosos y reales, aportan ese superpoder de dejarnos en la mente ideas que pueden inspirarnos en momentos importantes.
Por unas horas, las estrellas que condensan en capítulos años de decisiones, descalabros y redenciones, se convierten en mentores. Además, nos permiten sentirnos más cerca de ellos. Y nos regalan otra posibilidad: la de ver la realidad. Algo a lo que se le teme tanto hoy en día con las redes sociales cuyo empeño está en mostrar lo contrario: la falsedad de la perfección. A diferencia de ese mundo vacío y lleno de espejismos ver celebridades que han tocado la gloria y aún así, han sufrido, nos consuela, identifica y humaniza. Porque al final, la vida es igual para todos: los gigantes y los que observamos desde sus hombros.