Gian Cassini, director del filme que se presenta en DOCS NYC, contó cómo logró retratar a su antecesor, un sicario y narcotraficante, recurriendo a recuerdos con familiares
Nueva York.— Después del éxito que tuvo con su estreno mundial en el Festival Internacional de Cine de Toronto, «Comala», la ópera prima del director mexicano Gian Cassini, llega al Festival de documentales más grande de América: DOCS NYC que se realiza del 10 al 28 de noviembre en esta ciudad.
En entrevista con Cassini y con el productor de la cinta, Gabriel Guzmán, ambos explicaron cómo fue la realización de esta pieza que le llevó al cineasta más de nueve años de trabajo.
El nombre de la película hace referencia al lugar imaginario de la célebre novela de Juan Rulfo, Pedro Páramo, en la que Gian se inspiró hace casi una década.
El documental se centra en la búsqueda de Cassini por dilucidar el misterio de quién era su padre ausente, un hombre asesinado en la frontera con Tijuana, presuntamente por haber sido sicario.
“Cuando empecé con la idea del proyecto, los mexicanos estábamos ya adaptándonos a la violencia que vivíamos —y seguimos viviendo— en algunas partes del país. A mí me impactó ver cómo jóvenes de mi edad eran desaparecidos y asesinados, y me tocó vivir la muerte de mi papá, en 2010, que fue muy fuerte para mí”, contó el realizador a EL UNIVERSAL.
En 2012, cuando decidió armar su proyecto, le movieron varias situaciones. Como aparece en la película, en analogía con el libro de Rulfo, buscó ávidamente algo que le hablara de su padre: “Me impresionó ver cómo una novela que tenía ya casi 60 años de haberse escrito seguía siendo tan vigente y mostrando tan bien el contexto actual”, aseguró el cineasta.
A Cassini no le fue fácil lograr que los suyos les dieran sus testimonios. Dice que las complicaciones se dieron cuando les explicó lo que buscaba.
“Todos esos años casi no habíamos hablado de la raíz que ha causado la problemática del narcotráfico. Al encontrarme con mi familia, identifiqué esos problemas y pensé que valdría la pena ponerlos sobre la mesa a discusión”.
Este acercamiento a las personas cercanas del director es lo que hace de Comala una proyecto inédito, porque es la visión de un hijo intentando entender a un padre ausente, lleno de misterios y miserias.
De la mano de estos personajes complejos, oscuros y a la vez divertidos, Cassini se adentra en la genésis de la violencia, las familias que la conforman y los patrones generacionales que la perpetuan.
Cassini asegura que buscó la reflexión en la culpa de esas madres que no pudieron criar a sus hijos por estar en jornadas interminables de trabajo, en el machismo y en la naturalización de la violencia.
El realizador cree que lo más importante es ver cómo el narcotráfico se infiltró a las familias mexicanas.