Los genios que saben que les queda poco tiempo.

Para crear se necesita cierta angustia, hambre de querer hacer las cosas y saber que el tiempo se va. Rápido. Eso lo sentía Jonathan Larson. No sabía que su tick tick haría boom con sólo 35 años pero algo en su reloj interno le alertaba que tenía que darse prisa. Se quería comer la vida a puñados y dejó un legado que cambió las tablas neoyorquinas para siempre con su obra Rent que permaneció en los escenarios de Broadway por 12 años consecutivos. No llegó a verla estrenada. Murió la noche del ensayo general cuando el corazón le dijo: ¡hasta aquí llegamos! Su historia la cuenta Lin-Manuel Miranda como nadie podría haberlo hecho mejor en su última película (tick, tick…Boom!). También amante del teatro, Lin-Manuel es otro fuera de serie que parece estar enganchado con el tiempo y haberlo descifrado bien. Ha seguido el espíritu revolucionario que dejó Larson al demostrar que los musicales podían atreverse a tocar otros temas y hacerse de formas distintas a las clásicas. Qué decir de conquistar lo inconquistable siendo latino. Lin-Manuel está obsesionado con las personas que le sirven de espejo, que son una especie de alter ego. Ya lo hizo con Hamilton, la obra más cotizada de Broadway en la última década. Y es que Hamilton era otro genio abrazado al reloj, “¿Por qué escribes como si se te acabara el tiempo?”, le canta Lin-Manuel a este personaje, uno de los padres fundadores de los Estados Unidos, en una de las piezas más pegajosas de la obra: Non Stop. Hamilton murió a los 47 años y su nombre sigue haciendo eco en la Historia. Sorprende lo prolíficas que pueden ser estar personas que encontraron tan pronto ese motor que te hace no parar y nos regalan obras maravillosas con una facilidad envidiable pero detrás de la cual hay pura convicción y sudor. Es verdad que también hay genios tardíos, personas que encuentran sus verdaderas vocaciones en los otoños de sus relojes internos, pero puedo apostar lo que sea que hasta ese entonces vivieron con ese tick tick de saber que algo se estaban perdiendo, que sentían que estaban incompletos y que de vez en cuando podían ponerle nombre a la comezón infernal de ignorar que si no se apuraban un día harían ¡boom! ¿Cuáles son esos sueños que al terminar el día hubieras deseado atreverte a intentar y dejaste en la eterna lista de cosas por hacer? ¿Por qué no te das prisa? ¿Cuánto tiempo te queda? Estoy segura de que alguna ves te has preguntado esto sin necesidad de ver una película pero qué bien nos viene que alguien nos lo recuerde. Que quién ya ha pasado por ahí nos cuente cómo es cuando pruebas, cuando fracasas y cómo es cuándo quizá, con un poco de suerte y la voluntad de machacarte hasta no poder más, un día lo logras. Tener la oportunidad de reflexionar sobre vidas como las de estos creadores que decidieron tomar las riendas de sus talentos y dar el salto al vacío te pone las pilas. Porque no sé tú, pero a mí me encantaría que el día que el tick tick se detenga no se me haya quedado la pasión en el tintero.

Columna publicada en El Universal. 19 de febrero de 2022.